Era un viernes por la tarde, cuando recibimos un correo de la aerolínea diciéndonos que nuestro vuelo había sido cancelado. ¡Rayos y centellas!

Nos encontrábamos cenando con unos muy buenos amigos en “Pinchos”, restaurante temático de Malmö, motivo de un próximo “post” por cierto. Casi se nos atraganta la comida y más a nuestros anfitriones, pues nos quedaríamos una noche más en su casa jajaja. ¿Qué hubiéramos hecho sin ellos? Gracias Rosa Alicia y Jonas por su hospitalidad. ¡La pasamos increíble!

Primero que nada cabe aclarar que el plan original era viajar de Malmö en Suecia, a Bruselas en Bélgica, para al día siguiente visitar Brujas y después Lovaina. Sobra decir que ya teníamos el hospedaje pagado, pero ya no había nada que hacer, el vuelo había sido cambiado para el día siguiente y por supuesto perdimos nuestra habitación en Bruselas. «No show» que le dicen. Pero somos unos fieles convencidos de que las cosas pasan por algo, osea Dios siempre sabe qué onda.
Pero bueno, había que resolver otros temas pues nos habíamos quedado de ver en Brujas con nuestra sobrina María José, a quien para efectos prácticos en lo sucesivo llamaremos «Mer», que está estudiando muy cerca de ahí, en Lovaina. Pero como perdimos casi un día en el cambio de vuelo había que formular un nuevo plan. Fue así que decidimos pasar las últimas 24 horas de nuestro viaje en el viejo continente visitando Bruselas pero sacrificando Brujas y Lovaina. ¡Ahí p’a la otra!

‘Luego entonces’ contactamos a Mer y nos quedamos de ver con ella el sábado por la tarde en Bruselas. Afortunadamente el nuevo vuelo llegó a tiempo, pero aún así ella arribó antes que nosotros al hotel. Aquí es donde hacemos el comercial, para nada, sólo que sí recomendamos los Hoteles Ibis en Bruselas para una estadía corta en donde sólo vas a dormir.

Cuando llegamos y como era de esperarse, el reencuentro con ella fue muy emotivo. Ustedes no están para saberlo pero nosotros sí para contarlo, pero la conocemos desde que nació (obvio) y ahora al verla estudiando en el extranjero nos sentimos unos tíos muy orgullosos. ¡Tú muy bien Mer!
Después del ya mencionado reencuentro y de entregarle todas las cosas que le mandaron de México, nos alistamos para salir, para lo cual nos abrigamos como cebollitas prestos a recorrer las calles de Bruselas en busca de aventuras.

Y decimos aventuras porque al cambiarnos la jugada la línea área, no teníamos un plan fijo. Pero no contábamos con la astucia de Mer que ya había investigado un poco de lo que podíamos hacer y sobre todo las rutas más apropiadas para lograrlo. Dominio total de la situación. ¡Doblemente “tú muy bien”!
Debido al cambio no pudimos encontrar un hotel cercano al centro, así que nos movimos en metro hacia nuestro primer destino, El Palacio Real de Bruselas. Al llegar ahí nos tomamos las fotos de rigor y había que decidir si visitábamos sus jardines o nos íbamos a comer y pos ganó la tripa.


Por mayoría de votos elegimos un restaurante italiano, Toscana 21, “muy buenísimo”. Lo sabemos, lo sabemos, no nos regañen, coincidimos que no era lo ideal comer algo italiano en Bruselas pero andábamos de antojos. Y así, entre minestronis, carbonaras y rebanadas de pizza nos pusimos al día. Si llegaste hasta acá sabrás que nos hemos acordado de ti Maurizio Polcino, ¡te hubiera gustado la comida!

De ahí nos fuimos a La Gran Plaza de Bruselas, testigo mudo de grandes acontecimientos históricos, ya eran como las 6 de la tarde por lo tanto estaba un poco oscuro, pero no lo suficiente como para que la iluminación de los edificios hiciera su efecto mágico en este sitio considerado por muchos como la plaza más bella del mundo por su riqueza ornamental. ¡Y tienen razón!



Éste es un atractivo o más bien un Patrimonio de la Humanidad que si tienes tiempo debes visitar por la mañana que es cuando menos gente hay, lo que te permitirá lograr muy buenas fotos; por la tarde cuando la luz es muy buena y generalmente el cielo está azul; y también por la noche pues lo iluminan por completo lo cual le da un toque lúgubre y misterioso.




Ah cómo nos divertimos intentando tomar fotos panorámicas. Algunos se nos quedaban viendo raro, pero otros reían junto con nosotros al vernos tan contentos. Aplicamos la famosa frase de Guillermo del Toro pero en plural… ¡We are Mexicans”. Total que las fotos «no» salieron como esperábamos pero aquí les mostramos una, juzguen ustedes mismos.

El frío nos estaba jugando una mala pasada así que porqué no, mejor nos fuimos por un postre, un típico waffle belga. Lo más tradicional es comérselo en la calle, es decir parado. Los hay de todas formas, tamaños y toppings, pero como nos moríamos de frío mejor nos metimos a un restaurante también muy famoso y con mucha tradición Aux Gaufres de Bruxelles fundado en 1970. Lo bueno de comerlo ahí es que estás cómodamente sentado así que además pudimos disfrutar un té, un chocolate y hasta una Coca-Cola. ¡Ahhhhh!

Mientras esperábamos, no dejamos de preguntarle a Mer sus andanzas y experiencias. Cómo ha crecido esta jovencita nos decíamos, bueno realmente no decíamos “jovencita” pero eso es lo que es.
Terminando el “waffle time” nos encaminamos a conocer las antiguas Galerías Reales Saint Hubert, creadas en 1847 y reconocidas como las primeras galerías comerciales de toda Europa.

Puro “window shooping” porque todo es muy caro, así que nos conformamos con admirar las elegantes y fastuosas vitrinas repletas de joyas, relojes, bolsas, ropa y lo más rico… chocolates.



Éste también es un buen sitio si te quieres tomar un buen café o incluso ir al teatro o al cine. ¡Hay un poco de todo y para todos!
Después de las fotos de rigor, ya era tiempo de ir en busca de un niño, el mítico Manneken Pis, o como le dicen los españoles, el Niño Meón. Se trata de una fuente muy famosa en cuya parte superior se encuentra un pequeño niño elaborado en bronce que llena la fuente con agua que sale de sus partes nobles. ¡Qué fina explicación!

La historia cuenta que esta estatua data de los años 1600, aunque existen registros de una primera escultura en piedra en 1388. Con apenas 65.5 cms. de altura es todo un ícono de Bruselas al que todo aquel que se precie de ser un buen viajero debe asistir y tomarse la respectiva selfie.

La anécdota chistosa aquí es que andábamos perdidos y se nos ocurrió preguntar en un restaurante libanés donde los empleados no hablaban inglés ¡Ósea! Total que hubo que actuar a dónde queríamos ir, imagínense la escena ¡Oso total pero al final llegamos!

Para ese entonces eran más de las 9 pm así que ya iba siendo tiempo de irnos a dormir, lo siento pero ya no estamos en edad de andar de parranda. Lo que sí es que ya nos estaba dando hambre, así que nos lanzamos por unas clásicas papas fritas, y que mejor lugar que Papy Belgian Frites, ubicadas en el corazón de Bruselas entre la Estación Central y La Gran Plaza, las reconocerás fácilmente por su icónica escultura de papas que tienen en la entrada.

Las tradicionales son con mayonesa, pero nosotros las pedimos con catsup, ni hablar, sacamos el continente a relucir. Por si no lo sabías las papas o patatas de Bélgica son reconocidas internacionalmente como las más sabrosas del mundo y son precisamente los belgas quienes se disputan con Francia su autoría. Nosotros nos quedamos con las de Bruselas. ¡Hemos dicho! Así que si visitas esta ciudad sería imperdonable no probarlas.

Y como nos seguíamos muriendo de frío, además de las papas nos compramos un vinito caliente el cual nos ayudó entrar en calor. Recuerden… ¡Todo con medida! Para cuando llegamos al hotel la bebida espirituosa ya había hecho efecto, así que dormimos como reyes con cero ronquidos de por medio. ¡Jajajaja!

Al día siguiente nos levantamos y desayunamos más o menos temprano, pues ese mismo día partíamos de regreso a casa. Pero antes nos fuimos a conocer otro ícono de la ciudad ubicado en el Heysel Park, el Atomium.



Este es un lugar donde podrás darte vuelo con las fotos y si eres de cierta edad, no diremos cual, te sentirás muy identificado con lo que ahí se expone. Recorrer internamente esta espectacular escultura es toda una aventura, pues primero subes casi hasta la parte más alta a través de su elevador de alta velocidad, ¡cool!. Lo demás lo vas recorriendo a pie poco a poco mientras admiras todo lo que ahí dentro se encuentra, incluidas obras de arte y panorámicas de la ciudad.

Esta escultura que representa un átomo, pero gigante, fue creada para la Feria Mundial de 1958. Al principio la gente pensaba que la construcción era una locura, pero cuando estuvo terminado causó tal impacto que decidieron dejarlo para la posteridad y no sólo eso sino que además lo convirtieron en un museo donde se muestra la memorabilia de cuando fue construido, además de ser un recinto que alberga exposiciones temporales.

Es una parada obligada cuando visitas Bruselas, así que si algún día vas, tómate el tiempo de conocerlo y subir hasta la parte más alta de su mirador donde desde su restaurante podrás tener una vista de 360º. Aquí te dejamos la liga por si quieres hacer una reservación: https://www.atomiumrestaurant.be/fr/


Atomium abre sus puertas todos los días de 10 a 18 hrs. y puedes llegar en metro por la línea 6 o en tranvía por la línea 7 bajándote en la estación Helsey, el costo de la entrada es de 15 euros.


Ahí te van dos tips si decides visitar este átomo gigante:
- Si vas en temporada alta asegúrate de adquirir tus boletos con anticipación pues así evitarás largas filas e incluso quedarte fuera
- Llega lo más temprano posible básicamente por las mismas razones
Aquí está la liga donde puedes adquirir tus boletos: http://ticketing.visit.brussels/en/ato
Si tienes tiempo date una vuelta por el parque temático «Mini Europe» ubicado junto al Atomium. ¡Te llevarás una gran sorpresa!
El tiempo se nos agotaba, pero aún así nos dimos una rápida escapada a la Catedral de Bruselas para dar gracias y desde luego admirar su portentosa arquitectura y arte sacro. ¡Imperdible!




Aún teníamos un poco de tiempo antes de emprender nuestra travesía al aeropuerto, así que nos dirigimos al Comic Art Museum en donde Tintín es el principal protagonista.

En Bruselas el Comic es cosa seria y es considerado como el noveno arte, así que si lo tuyo son las historietas no te puedes perder este recinto. El museo abre sus puertas todos los días de 10 a 18 hrs. y se encuentra a unas cuadras de la Estación Central de Bruselas.


Había llegado la hora. El adiós o más bien el hasta luego se dio en la estación de trenes, fue triste pero al mismo tiempo muy reconfortante saber que aquella pequeña niña ya es toda una mujer hecha y derecha. Sin duda este viaje fue muy especial y nos dejó grandes enseñanzas que nos gustaría compartir contigo que tienes hijos, sobrinos o nietos para que hagas todo lo posible por alentarlos a viajar solos.

Por eso, aquí te dejamos 15 VERDADES que aprendimos en estas 24 horas que estuvimos en Bruselas. Chécalas para que a la hora que tengas que dejar volar a tus críos te acuerdes y apechugues:
- En definitiva se volverán más responsables.
- Descubrirán talentos que ni se imaginaban que tenían.
- Serán conscientes de las flaquezas que tiene su país, pero sobre todo aprenderán a amarlo y respetarlo y a su regreso se convertirán en agentes de cambio.
- Valorarán todas y cada una de las veces que les dijiste “no desperdicies la comida”.
- Pasarán de la fantasía a la realidad donde tendrán que lidiar con su “Pepe Grillo” para aprender a tomar buenas decisiones.
- Se equivocaran una, dos, tres o más veces, pero aprenderán de esos errores.
- Se dirán así mismos “que razón tenían mis papás al decir que el dinero no crece en los árboles”.
- Comprenderán que si quieren algo deberán luchar con todo para conseguirlo.
- Entenderán en carne propia el significado de la tan mentada frase “el que no habla Dios no lo oye”.
- Aplicarán la máxima del viajero: Preguntando se llega a Roma o lo que es lo mismo “on toy Siri”.
- Verán la vida y a las personas de diferente manera, aprenderán a valorar a la gente por lo que es y no por lo que tiene.
- Se conocerán, se enfrentarán y aprenderán a vivir con si mismos. Con sus virtudes y defectos, con sus ángeles y demonios y tendrán que sacar lo mejor para al final darse cuenta que ya no son los mismos.
- Reafirmarán su fe en Dios, así de simple.
- Por último, y no por eso menos importante, aprenderán a atesorar a su familia y más si son mexicanos pues dicen que somos como mueganos. ¡Ajua!
- NO TE PREOCUPES, ellos volverán a casa tarde o temprano pero se volverán a ir. ¡Recuerda que es la ley de la vida!
María… Gracias por hacer el esfuerzo y encontrarte con nosotros al otro lado del charco, por confiar en nosotros y mostrarnos una faceta de ti que no conocíamos. ¡Eres grande Princesa! ¡Te queremos harto!

Sí, estas 24 horas fueron fantásticas no sólo por las experiencias en sí y por poder ver a Mer, sino también porque pudimos reafirmar que hoy por hoy, y muy independiente de lo que decidan hacer ellos con sus vidas, lo que estamos haciendo con nuestros pequeños viajeros es lo correcto.
¡Isa y Santi, sigan atesorando experiencias y no cosas materiales!
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