45 hectáreas de imponente bosque a una altura de 3 mil 200 metros sobre el nivel del mar te esperan para conocer más acerca de la fascinante cultura otomí. ¡Maravíllate con esta belleza del Estado de México!
AL QUE MADRUGA DIOS LO AYUDA
Cuanta razón hay dentro de este dicho pues para este recorrido Los Polos Viajeros nos tuvimos que levantar muy temprano; sólo así nos dio tiempo de realizar una escala antes de nuestro destino final. Nuestra primera parada requirió de trabajo en equipo y buena fortuna para lograr desayunar. Llegamos a la Presa Iturbide, situada en el municipio de Isidro Fabela a tan sólo 25 minutos del Centro Ceremonial Otomí. Ojo… No esperes encontrar los grandes señalamientos para llegar a la presa, pero no te aflijas todo es parte de la aventura, lo mejor es que programes la ruta desde tu dispositivo móvil y con eso no hay pierde. Y si no, recuerda que preguntando se llega a Roma.
Una vez que llegamos a la presa la bordeamos hasta encontrar en letrero que decía «Restaurante la Media Luna«, si no lo ubicas mejor pregunta, de entre todos los restaurantes y pequeñas fondas que hay alrededor de la presa escogimos este pues tiene un criadero de truchas y un pequeño estanque. Y aquí comenzó el reto familiar pues para poder desayunar tuvimos que pescar nuestra propia comida. Contrario a lo que parezca, esta actividad resulta muy educativa pues enseñamos a Isa y Santi el valor de proveerse de su propia comida, así como la importancia de conservar un balance en el medio ambiente, ya que si bien al pescar a una trucha la estamos sacando de su entorno, es importante no sólo pescarla por diversión sino como alimento, así que sólo pescamos lo que fuimos capaces de comernos. ¡Ni más ni menos!
Ahí mismo nos rentaron las cañas pero también puedes llevar las tuyas y te cobran por kilo. Si nunca has pescado aprenderás junto con tus hijos a hacerlo y si ya lo has hecho antes pues te sentirás realizado enseñándoles, ya que desde poner la carnada en el anzuelo y después de dos o tres intentos lograr arrojar la línea es realmente un reto.
De ahí nos fuimos al restaurante para que nos prepararan las truchas siendo testigos del pesaje, limpieza y preparación lo cual redondeó la experiencia. Sólo nos restaba disfrutarla en alguna de sus presentaciones… Empapelada, adobada, a la diabla, al mojo, rellena de hongos o frita. ¿Cuál es tu preferida?
¿Y porqué la importancia de levantarse temprano? Bueno pues así nos libramos del tráfico, los peces se alimentan mejor temprano y después de las 11 la presa se llena y se pierde un poco el encanto. Y como llegamos temprano nos dio perfecto tiempo para hacer un recorrido a caballo por la orilla y disfrutar de bellos paisajes.
«El recorrido a caballo dura 30 minutos y vale mucho la pena»
AL ENCUENTRO OTOMÍ
Seguimos nuestro recorrido rumbo a Temoaya siguiendo los letreros que nos llevarían al Centro Ceremonial. Apenas llegamos nos topamos con una panorámica majestuosa en donde pudimos apreciar la grandeza del lugar y del bosque que lo rodea. Desde el primer instante que descendimos del auto pudimos llenar nuestros pulmones de aire fresco. ¡Que maravilla!
La entrada tiene un costo de 40 pesos por persona más el estacionamiento y cuenta con lugar para acampar mismo que pagas en la taquilla. Así mismo existe un centro de alto rendimiento para deportistas quienes aprovechan los más de 3 mil metros de altura para entrenar y llevar al tope sus capacidades físico atléticas. Nos sorprendió descubrir que este recinto data de los años ochenta y se construyó especialmente para la etnia otomí con la finalidad de preservar sus costumbres y tradiciones al tiempo de poderlas mostrar a México y el mundo.
Aquí se celebran fiestas de gran importancia como la del Quinto Sol, que se lleva al cabo año con año el 18 de marzo y que celebra la entrada de la primavera y con ella un nuevo ciclo de vida. Así que si quieres ver en su máximo esplendor los festejos otomíes asiste en esta fecha aunque te auguramos muchísima gente.
Por cuestiones prácticas te recomendamos que si quieres ver una celebración similar asistas el primer domingo de cada mes, pues además esos días es cuando más otomíes visitan este recinto, así podrás platicar con ellos, admirar sus vestimentas y adquirir sus hermosos productos artesanales que van desde coloridos collares hasta los afamados tapetes de Temoaya.
Escucharlos hablar en su lengua es realmente fascinante y al decir de ellos, por extraño que parezca, afirman que es más parecida al inglés; lo cual es sólo un dato meramente curioso.
Acércate a ellos, pues convivir un rato te sensibilizará a ti y a tu familia acerca de la importancia que tiene este lugar no sólo para ellos como etnia sino para todo México; pues estando tan cerca de la civilización, en este caso de la CDMX, aún siguen conservando sus tradiciones, combinando sus deidades con la religión católica y celebrando la vida.
ARQUITECTURA CON SENTIDO
Majestuoso es la palabra para describir este Centro Ceremonial y es que le queda como anillo al dedo, la arquitectura de todo este lugar tiene un por qué y para qué; ya te darás cuenta cuando lo visites, mientras tanto aquí te damos los pormenores de la creación de los arquitectos Iker Larrauri y Carlos Obregón.
En todo el lugar hay un total de 365 escaleras que representan los días del año. En las primeras se puede observar una gran estatua conocida como El Coloso que personifica al fuego que lucha por no extinguirse al igual que la etnia otomí.
Después encontrarás un mural llamado Da’Mishi, “el jaguar que camina y habla”, en el cual se plasman las diferentes facetas de esta fascinante cultura.
Ya en la explanada existen 52 serpientes que representan los 52 años que componen un siglo Otomí. Al frente se encuentra el Salón del Consejo Supremo Otomí donde hoy en día se siguen reuniendo los líderes.
Debajo de este complejo se encuentra un pequeño museo muy bien acondicionado donde se muestran los usos y costumbres otomíes.
En el piso de la explanada se encuentran tres lenguas de fuego rodeadas por una serpiente que se muerde así misma lo cual significa que todo encierra una historia.
Por último verás 12 conos que son los 12 meses del año y una gran piedra en medio de ellos que es el Hyadii o Nuevo Sol, todo lo anterior enmarcado con bellos jardines y un frondoso bosque de pinos y oyameles.
En resumen podemos decirte que este es un paseo cultural donde además podrás entrar en contacto con la naturaleza y ese México antiguo que todos tenemos la obligación de preservar. Nuestra cultura es rica en costumbres y tradiciones pero para conocerla tienes que salir y explorarla, así de simple. ¡Temoaya te espera!
EL TIP
Te sugerimos encarecidamente que llenes el tanque de gasolina antes de salir a carretera pues no encontrarás mas que una estación durante tu recorrido; igualmente dispón del efectivo que creas necesario y no olvides extremar precauciones en la carretera pues el camino así lo requiere.
En el mercado de artesanías del Centro Ceremonial pregunta por Doña Concha, además de buen sazón ella es la única cocinera Otomí, prepara unos sopes y quesadillas deliciosos. ¡Pídele que te hable en su lengua natal!
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